Julieta III

Su piel a media luz resultó ser camaleónica.

De color morena suave, blanco fuerte, rosa húmedo, rojo whiskey y café cristalino; Julieta Fabiola pintaba la habitación con las sombras calurosas que exhalaba por la boca. Como fragmentos de cristal que rebotan al estrellarse contra el suelo, el sudor de su cuerpo reflejaba en colores incoloros por las grietas de mis labios.

Su piel a media luz resultó ser camaleónica.

De color morena suave, blanco fuerte, rosa húmedo, rojo whiskey y café cristalino; Julieta Fabiola pintaba la habitación con las sombras calurosas que exhalaba por la boca. Como fragmentos de cristal que rebotan al estrellarse contra el suelo, el sudor de su cuerpo reflejaba en colores incoloros por las grietas de mis labios.

A mi no me importó su copa 32b y creo que ella ni se acordaba, ¿a quien le importa el tamaño cuando se amoldan a la perfección a las manos y a la boca?

Fabiola a media luz seducía a Julieta en un juego bipolar de fantasías color de rosa, Fabiola, Julia, Julieta, daba igual su nombre en ese momento, siempre era la misma al mirarla a los ojos.

Su color a media luz es indescifrable y su sabor incomparable. Su cuerpo sabe a sal, como el sudor recogido por mi lengua directamente de su espalda. Sus labios saben a whisky, a embriagante adicción incontenible. Su cuello sabe a uno de esos perfumes que no logro precisar, como el sabor de sus pechos mezclados con el aguda derretida de un hielo y mis labios.

Juré en silencio penetrarla toda, atarle las manos a la espalda, morderle los pezones con dulzura. Rendí mi cuerpo ante sus manos, a la húmeda caricia que procuraron sus labios, Fuimos bestias entregadas a una pasión aguardada por centurias, como si hubiéramos estado destinados a incitarnos, provocarnos, corrompernos y venirnos uno en el otro, por una eternidad que sólo duraría una noche.

La miré dormir abrazando la almohada, la luz curiosa que asomaba discreta por las ranuras de las persianas, dibujaban el contorno de su cuerpo en la cama, sus pies, sus muslos, sus nalgas, su espalda…

Sus rizos largos que enredaban mis dedos. Sus pestañas cerradas descansaban. Yo la amaría siempre una vez más, pero sabía ya en ese instante que no la vería mañana.

3 opiniones en “Julieta III”

  1. Que bien quedo!
    Hay partes tan poeticas, tan buena metafora, tan incitante, tan tierno.
    Y luego? que te paso en HDB?

    Por cierto, alguien se va MORIR cuando lea esto

  2. «La copa llena, llena de júbilo mi corazón» Mika Waltari.

    😉

    pubertillo… eres bien ternuritaaaaaaaa!
    😀

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