Preludios y poemas

El día de hoy tuve el agrado de invitar a escribir al Caminante Solitario, viejo amigo de antiguas batallas que en esta ocasión, nos trae a HD-B una historia titulada Sólo un perro, que forma parte de los Preludios Circenses.

Ustedes no lo saben pero El Caminante Solitario hace algunos ayeres escribió (bajo petición mía) una breve novela por entregas, misma que se iba a publicar en contraportadas, pero que por falta de tiempo y Continuar leyendo «Preludios y poemas»

Algo sobre la muerte del Mayor Lira

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Morir es retirarse, hacerse a un lado,
ocultarse un momento, estarse quieto,
pasar el aire de una orilla a nado
y estar en todas partes en secreto.
Jaime Sabines2

Aquí suponía escribir quizá la historia, el evento, pensamiento o algo relacionado con la muerte de mi abuelo la madrugada del pasado sábado 10 de enero, pero a estas alturas de la vida creo que no hay nada sustancial fuera de lo personal que sea de verdad interesante para postear como post. El abuelo murió, he’s gone, y bueno, yo soy de los tipos a los que la muerte es de esas coas que tomo de manera relajada y simple, así que antes de que bajaran la caja y fuera sellada en la perpetuidad del Mausoleo familiar (suena super pro así, díganlo en tono serio y con un monóculo: Mausoleo familiar) pues aproveché para recitar tres sonetos que desde que los leí allá por mis años de adolescente de secundaria, los encontré apropiados para ese día, tienen buenas metáforas, y realmente explican mucho así que, sin mayor preámbulo los dejos con Continuar leyendo «Algo sobre la muerte del Mayor Lira»


  1. Lacrimosa – Requiem KV626, W. A. Mozart []
  2. de Algo sobre la muerte del Mayor Sabines, Primera parte, escrito XII []

Maquillaje Perfecto

El maquillaje perfecto: tu belleza, el rubor natural de cuando te sonrojas, el brillo de tus labios húmedos en saliva, la sombra de tu pelo cubriéndote un poco la cara. Me gustas así, cuando te pintas de ti misma y no pretendes ocultarte bajo pinturas costosas, ni rubores falsos. Me gusta el sabor de tus labios que no saben a mango ni fresa ni durazno. Me gusta verte maquillada con tu carácter de mujer, de niña inocente, de naturalidad bien definida. Me gusta que te pintes de ti misma todo el día, para amanecer contigo justo con el rostro con quien me fui a dormir.

Yair Lira

No soy fan de las niñas que se maquillan, sí, podrán verse como muñequitas, hermosas, perfectas, pero a mi me gustan las que no usan uñas largas, ni pestañas ni postizas y que apenas y usan un labial, me gustan sencillas completamente.

¿A dónde voy con todo esto? no sé, sólo un día recordé que así es como me gustan las chicas, y las más hermosa que ha visto, o las que me han robado alguna vez un suspiro o incluso el corazón, nunca tuvieron una pizca de maquillaje en la cara para lograrlo.

Ayer la vi…

Ayer la vi, después de no verla por poco más de un año. Suena tan fácil cuando lo dices así: un año.

Un año sin verla.

Doce meses de no verla sonreír.

Cuarenta y ocho semanas de no apreciar su belleza

Trescientos sesenta y cinco días de no tocar su piel.

Ocho mil setecientas sesenta horas de no escuchar su voz.

Quinientos veinticinco mil seiscientos segundos de no besarla para siempre.

Pero ayer la vi y confieso que no estaba del todo preparado.

No sabía que diría al verla, si abrazarla, si quedarme inmóvil, si me fuera a romper en pedacitos o si me iba a soltar a llorar. No tenía discurso, no tenía idea, sólo llegué y la vi…

Estaba ahí sentada leyendo, y fue como cruzar un portal de tiempo espacio y en tan sólo un segundo ya estaba yo sentado a su lado, sin saber qué decir, con un cóctel de nostalgia, impotencia, tristeza, alegría, redención, bien licuado e inyectado directo al corazón.

La impotencia de tenerla tan cerca y saberla de otro, el golpe directo de su indiferencia, su poca efusividad, las ganas de tomarla en brazos y no soltarla nunca, incluso la sonrisa que me brotó de verla sonreír después de UN año; todo se hizo presente.

Yo me refugié un tanto en el odio, un tanto en la indiferencia, un tanto en la soledad; cualquier cosa era buen escape para mantenerme firme ante su figura del otro lado de la mesa, y de mirarla por el borde de mi vaso de café.

Reafirme cuanto me gustaba verla existir, muchas de las cosas para las que me hace falta, la recordaba más alta, y la encontré más delgada, pero dentro de todo, pareciera que el tiempo no pasó del todo por su rostro. Todavía me gusta la forma de sus labios, su manera de vestir, su tono al hablar. Todavía aborrezco que se haya ido con él, que tenga su imagen de fondo en su celular.

Pero así es esto de las gelatinas.

Nadie me aseguró que sería fácil, y jamás he pretendido que lo sea así.

Pero ayer la vi, y todavía me ronda la sensación en el pecho.

Escrito al día de la siguiente de que la ví que NO FUE ayer.

Wednesday, she’s looking for a friend

No me pidas ser tu amigo

Hoy buscas en mí un amigo que haga un poco porque alcances lo que anhelas,
un amigo sería yo si te apoyara contra todo lo demás
a un amigo tu dicha le haría feliz aunque esta te llevara lejos
y te fueras más allá de donde yo te habría podido acompañar.

No me pidas ser tu amigo porque hay cosas en mí que este día no entiendo
por ejemplo: que no puedo ser ese alguien que piensa en la comprensión
y ésta solo me daría tranquilidad si a la vez tu me comprendieras,
esta tarde que me hace abrazarte fuerte cuando me dices adiós.

Un amigo te diría que todo marcha mientras se muerde los labios,
y por ti, no extrañaría cada fin de año los días que no volverás.

Un amigo dejaría de hablar de cosas que sabe que te harán falta
para hablarte de lo que hay más adelante aunque yo me quede atrás.

Sé que siempre fui el contigo que tuviste cada instante de tu vida,
alguien que lo daba todo sin pedirte ni siquiera la verdad.

Siempre tuviste a este cómplice que vino sin que le necesitaras
porque concebía el mundo desde tus ojos si ellos me querían mirar.

No me pidas ser tu amigo cuando me dejas saber que ya te marchas
no soy tan civilizado para comprender sabiendo que te vas,
para ti seré aquel que hoy lo pierde todo porque no supo escucharte
que para mí sólo seré un extraño en paz que nunca te dejó de amar.

Fernando Delgadillo